jueves, 16 de julio de 2020

Malas prácticas

Desprendiendo más de 100 m² de revoque de tierra mal aplicado en una obra en algún lugar de Argentina

¿Puede cualquier persona construir con tierra? Construir, ¿es una actividad que realmente puede llevar a cabo cualquiera, sin un conocimiento previo? Este es otro de los mitos que circulan con fuerza dentro del ámbito de la arquitectura de tierra y que ha llevado a no pocas decepciones a más de un incauto que, luego de invertir importantes cantidades de dinero en talleres y capacitaciones, se siente lo suficientemente confiado como para llevar adelante una obra ante la que se termina viendo superado. También hay numerosos casos de malas prácticas constructivas debido al exceso de confianza inspirado por frases como “el barro no es ninguna ciencia” y similares.

Se reconoce como un mérito la gran difusión que ha alcanzado la tierra como material de construcción gracias a muchos de estos talleres organizados en ámbitos informales pero también hay que destacar la euforia con la que muchos egresan debido a las expectativas que se generan con frases como las antes citadas, donde se desdeña el rol profesional y técnico, donde también se alienta la relatividad en detrimento de la precisión y donde se fomenta la autoconstrucción sin más supervisión que la intuición y la transmisión por ósmosis de los saberes ancestrales. Intentar razonar con personas cuya primera aproximación a la tierra como material de construcción han sido estos espacios se convierte en algo difícil ya que toman como incuestionable el discurso emocional con el que se dejaron envolver.


En este sentido, ayuda a aclarar lo que sucede en estas situaciones el llamado “Efecto Dunning-Kruger” a través de un gráfico donde se ubican dos ejes perpendiculares. En el eje horizontal se ubica la “experticia” mientras que en el eje vertical, la “confianza”. Es de esperar que en cualquier individuo la confianza vaya en aumento a medida que el conocimiento adquirido lo acerca al nivel experto. Pero no sucede así con las personas de baja habilidad, puesto que no tienen la capacidad para reconocer sus propias limitaciones. Sabiendo muy poco, tienen muchísima confianza. En el mejor de los casos, la confianza baja a medida que se va descubriendo que hay conocimiento por explorar, subiendo más adelante, a medida que se acerca al nivel experto. Pero quienes tienen un pobre autoconocimiento sobreestiman sus capacidades por lo que terminan considerando que alcanza un tiempo corto para dominar el tema y poder hacerse la casa prescindiendo de cualquier tipo de supervisión. Así es como surgen, luego de un par de capacitaciones, especialistas en construcción natural y, como dice la arquitecta Guillén Valenzuela, expertos instantáneos.

¿Harías un curso donde te enseñen a extraer el apéndice en dos días? ¿Aceptarías que el juicio que necesitás ganar sea llevado adelante por alguien que realizó dos o tres talleres en fines de semana? ¿Dejarías que te extraiga una muela alguien que haya hecho una capacitación de 15 días? Por algún extraño motivo muchas personas que llegan a contestar con un “no” rotundo cualquiera de estas tres preguntas piensan que, en cambio, sí pueden hacerse la casa después de algunas capacitaciones o talleres. Este tipo de formaciones, como se mencionó antes, han sido verdaderamente útiles para dar a conocer un tema poco conocido como es el de la tierra como material de construcción. La experiencia sensorial con los distintos tipos de suelos es fundamental para aprender a manejarlos en obra. Por eso siempre será útil experimentar con revoques, pinturas y herramientas de trabajo para entender realmente la experiencia de construir. Y este es el objetivo real de estos talleres.

No puede pretenderse que luego de atender a varias capacitaciones, una periodista, un cocinero o un músico estén en condiciones de levantarse su propia casa ni mucho menos de ejecutar una vivienda por encargo. Construir una vivienda es un proceso complejo que acarrea un largo listado de tareas y de responsabilidades. Quienes se encargan de hacerlo suelen ser personas idóneas, con experiencia en el campo de la construcción y con conocimiento acerca de las consecuencias negativas de realizar mal un trabajo. Saber aplicar un revoque de barro con la mano no hace a un constructor.

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